El escritor francés Saint-Beuve, que formó parte del “cenáculo romántico” nos dijo que, para disfrutar de una vida verdaderamente feliz, sería necesario “nacer, vivir y morir en la misma casa”. Los tiempos han cambiado y la felicidad es difícil encontrarla aceptando aquel consejo: el abandono por parte de la juventud de las zonas rurales, la necesidad de buscar un empleo fuera del terruño, la expansión urbanística que inclina a algunos a trasladarse a zonas residenciales para huir de la agitación y del ruido, el necesario abandono de los hijos del “nido” a partir de cierta edad, son, entre muchos, los motivos que harían difícil ser feliz al crítico literario francés es esta época.